En España, la llegada de menores inmigrantes no acompañados, comienza a ser significativa; su crecimiento exponencial ha superado los 2.000 menores para el año 2003 (Save the Children, 2005). Según la Secretaria de Inmigración y Emigración del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, hasta el año 2012 se registran 2.319 MINA, menores en situación de desamparo, que se encuentran acogidos por los servicios de protección de menores en España.
Sin embargo, estas cifras son aproximadas, ya que se muestra un desconocimiento de las condiciones de esta población. Los MINA presentan una doble condición; la primera de extranjeros ilegales, cuando ingresan sin documentación, y la segunda como menores de edad. Por
tanto, si la llegada de personas inmigrantes exige por un lado un cambio en la elaboración, diseño, e implementación de políticas públicas basadas en la integración de estos menores, y que en los planes y programas de migración e inmigración esté contemplada la rápida actuación de los ser-
vicios sociales, para así poder integrar de verdad a los menores, se debe el sistema social y económico del Estado. Por otra parte, el fenómeno de menores inmigrantes no acompañados tiene efectos desde una mirada jurídica, toda vez que involucra dos normativas: de extranjería y de pro-
tección a la infancia.
Los estudios realizados en España en relación con los menores inmigrantes no acompañados, muestran unas características propias de este grupo poblacional: la edad de llegada de los MINA, está entre los 14 y 17 años, excepcionalmente se ven casos de menores de 9 años; esto se da
cuando vienen en pateras que las entregan a conocidos y amigos, ya que sus progenitores no pudieron embarcar y piensan que van a poder reunirse con ellos cuando les toque la oportunidad de llegar a España u otro país de Europa; en general los menores inmigrantes no acompañados vivían con su familia en el país de origen. Su situación presenta precarias condiciones, como la falta de acceso a una vivienda digna y bajos ingresos, lo cual los llevó a la deserción escolar y el trabajo infantil, entre otras situaciones. En la mayoría de casos, los menores presentan condiciones de arraigo y soledad por causa de problemas socio familiares, aunque también se muestra en muchos otros, que el proceso fue planeado con la familia. El 99% de menores inmigrantes no acompañados sigue en contacto con su familia, vía telefónica o por redes sociales, en caso de que tengan acceso
a ellas, de los cuales en el 94% no se plantea la posibilidad de reencontrarse con la familia en el país de origen (Capdevilla y Ferrer, 2004).